- Torron: “Entrevista a Lluís Cots”. Diario Español, Tarragona, 4.7.1971.
- Triadó, Joan Ramon: “Catálogo de la Exposición Lluís Cots”, Galería Subex, Barcelona, abril de 1973.
“Cots es él. Su obra penetra dentro de la corriente expresionista del abstracto, no por moda, sino porque este tipo de sintaxis es el más apropiado a su mensaje. El resultado que este artista nos muestra es unas obras que conectan con el público porque reflejan la actualidad de nuestro mundo. Su obra es caliente. Su plástica rompe la tradición para introducirse en las corrientes de mayor vanguardia”.
- Vallés, Josep Ma.: “Arte. Exposiciones. Cots (Subex)”. Tele-Exprés, Barcelona, 17-4-1973.
“Expresión afecta a Tàpies, sólidas, amazacotadas texturas, incorporación maderos, aunque la obra de Cots, más que sufrido sentimiento denota total rebeldía, locura imaginativa, impulso vital, vivaz desenfreno”.
- Giralt Miracle, Daniel: “Cots en Galería Subex”. Revista Destino, Barcelona, 21.4.1973.
“Cots intenta llevar sus abstracciones más allá de unas concomitancias interartísticas. Su obra se dirige con valentía al tratamiento del espacio como medio de expresión”.
- Sáenz-Díez, Margarita: “Subex una nueva Galería de Arte”. Informaciones de las Artes y las Letras, Madrid, 26.4.1973.
“La obra de Cots olvida el campo habitual para encontrar, a través de las tres dimensiones y con la utilización de materiales inéditos, como las arenas, el cemento y en gran medida la resina sintética, la plasmación de su idea”.
- Moure, Gloria: “Cots”. Gaceta del Arte, Madrid, 30.5.1973.
“En la lectura iconográfica sobresalen unas constantes de tipo sexual y social que nos muestran el valor comunicativo de la obra, que en todo momento intenta apartarse del nihilismo formal decorativo, para inscribirse en las corrientes actuales de comportamiento”.
- Giralt Miracle, Daniel: “Catálogo de la Exposición Lluís Cots”, Galería Subex, Barcelona, noviembre de 1974.
“A medio camino entre el monstruo y el fantasma, entre lo grotesco y lo deforme, entre el gigante y el homúnculo, Cots nos enfrenta con un grupo zoológico de procedencia antropomórfica en el que refleja, con toda la crueldad que el nuevo medio le permite, toda la carga crítica que nuestra civilización hace vivir al hombre. Pero sus monstruos no utilizan las desproporciones y las deformidades para provocar en nosotros pavor o proximidad a lo que es horrible. Sus personajes nos salen al paso porque exageran, maximizan y desproporcionan partes del cuerpo, de la mente o de lo que los rodea, y observan directamente la problemática del hombre contemporáneo”.
- Moure, Gloria: “Foto-reportaje de la Exposición Lluís Cots en la Galería Subex”, Revista de Arte Batik, Barcelona, noviembre de 1974.
“En cuanto a los colores, se sirve normalmente del ocre como soporte, con una clara actitud táctil. El negro, como mancha de color, está poco empleado excepto para destacar la masculinidad del sexo, por el contrario está muy utilizado para la ejecución de signos, algunas veces maculado en rojo. La gama de rojos sanguinolentos se hace constante en la obra tanto en tachas de color como en grafismos”.
- Dols Rusiñol, Joaquim: “Cots en Galería Subex”. Revista Destino, Barcelona, 23.11.1974.
“Cots se me revela como un autor muy consciente de lo que pretende con su actividad plástica, empeñado en extravertir su complejo mundo personal y ansioso de conseguir una comunicación efectiva”.
- Galí, Francesc: “El artista enjuicia su obra: Lluís Cots”. Mundo Diario, Barcelona, 16.11.1974.
- Vallés, Josep Ma.: “Los viernes arte”. Tele-Exprés, Barcelona, 22.11.1974.
- Galí, Francesc: “Cots en Subex, Galeria d’Art”, Mundo Diario, Barcelona, 28.11.1974.
“Cots –joven todavía– tiene mucho que decir desde su arte informal y paradójicamente construido: auténtico por nacer del mismo gesto”.
- Castillo, Alberto: “Cots”, Diari de Barcelona, 30.11.1974.
“De ellas salta, sin perder su afición a la exhibición de la materia, a una figuración de formas humanas, desmitificación del homo sapiens, que queda transformado en monstruo amenazador o infame monigote, con el sexo exagerado puesto en evidencia, por si alguien dudase de su potencia”.
- Miralles, Francesc: “Lluís Cots después del paisaje”. La Vanguardia, Barcelona, 16.9.1984.
“A Lluís Cots le faltan, para algunos –y para algunas–, aquellas referencias que podrían decantar su obra en un capítulo más de última hora. A mi parecer le sobra aquella profundidad y conocimientos para que se le tenga en cuenta”.
- García, Josep Ma.: “Arte”. La Guía del Ocio. Barcelona, 14.8.1987.
- Sas, Mercè: “Lluís Cots y Santi Cabús en Castelldefels” Diari de Barcelona, 26.8.1987.
- Torres, S.: “Cots en la Galería Art Ginesta”. Revista El Llobregat, L’Hospitalet de Llobregat, 29.8.1987.
- Triadó, Joan Ramon: “Lluís Cots. Primera reflexión, en el Catálogo de la Exposición en Caja Madrid”, Barcelona, 1988.
“Su obra surge como una síntesis que intenta aunar lo lineal con lo pictórico. La composición se estructura de manera ordenada, a pesar de que el trazo imprime una cierta violencia al conjunto. A la vez, un azar controlado –manchas de pintura que salpican la tela– acentúa este carácter expresivo, casi barroco. Los dos elementos que se enfrentan, de manera obsesiva, acaban por integrarse en un conjunto homogéneo, simbolizando el triunfo del todo sobre las partes: la ecuación perfecta entre el artista y su obra. Por fin la tela ha vampirizado al artista y lo ha hecho suyo”.
- Guasch, Anna: Diari de Barcelona, 21.9.1988.
“La utilización de gamas monocromáticas de blancos y negros, o, en otras palabras, la ausencia de color, es básica. Según Triadó, la ausencia de color “es el resultado de una introspección desnuda de referencias; es el sueño sin formas, sin sensaciones; es la razón desprovista de otras connotaciones superfluas; es la verdad pictórica”.
- “Lluís Cots, un recorrido”. Revista El Punto de las Artes, Madrid, 20.9.1988.
- Cadena, Josep Ma.: “Arte”. El Periódico, Barcelona, 1.10.1988.
“Lluís Cots es pintor en el alto sentido de la palabra. Y escribo algo que es una obviedad para los entendidos sin prejuicios, para que los que están acostumbrados a otras formas de arte contemplen con atención sus obras, que emiten luz de sentimientos desde su inmensa negrura. Cada signo es preciso, y toda mancha ocupa el lugar que le corresponde”.
- Miralles, Francesc: "Lluís Cots: el interés por la forma". La Vanguardia. Barcelona, 11.10.88.
“Todas estas obras –que en cierto modo deberíamos llamar dibujos, aunque estén realizados con poliuretano o sobre tela– se organizan a partir de un rectángulo, que se repite, se superpone, se entrecruza y se confunde con otros rectángulos: y creo que sería un error hablar aquí de constructivismo, a pesar de su lineal ordenación, porque Lluís Cots no pretende ordenar y reorganizar el espacio vacío de la tela o del papel, sino que trata de sintetizar las formas, reducidas al esquematismo”.
- Triadó, Joan Ramon: “Catálogo de la Exposición Lluís Cots”. Galería Greca”, Barcelona, 1990.
“Su obra está aquí, liberada de toda connotación iconográfica, clara en sus contenidos y en su expresión externa. Es el resultado de una lucha interna entre orden y desorden, un equilibrio entre razón y sentimiento. A lo largo de su trayectoria Cots ha tenido como máxima meta el buscar las formas idóneas que expresaran de la mejor manera posible su mensaje plástico. Nunca se ha sentido satisfecho; nunca ha encontrado el ideal. Por esta razón tan sencilla su pintura es a la vez segura e interrogante, serena y vibrante, agradable y agresiva”.
- Cadena, Josep Ma.: “Arte”. El Periódico, Barcelona, 20.11.1990.
- López, H.: “Racionalidad y gesto en la obra de Lluís Cots”. Heraldo de Aragón, Zaragoza, 30.10.1991.
- Nungeser, M.: “Presentación del catàlogo de la Exposición Barcelona Besucht Berlin”, Berlín, 1992.
- Triadó, Joan Ramon: “Presentación de Lluís Cots en el catálogo de la Exposición Barcelona Besucht Berlin”, 1992.
- Brückner, Birgit: “Kultur des Südens besucht den Norden. Fünf katalanische Künstler zeigen in Wedding zeitgenössische Kunst”. Berliner Morgenpost, Berlín, 21.9.1992.
“Cots, por el contrario, utiliza brochas y pintura sintética, de color negro, en sus telas, en las que deja pequeños espacios blancos. Un estilo agresivo, impregnado de violencia, que se rompe de nuevo por los finos espacios blancos”.
- Triadó, Joan Ramon: “Lluís Cots. Segunda reflexión”. ARTE, Revista de las Artes Visuales, Barcelona, enero-febrero 1993.
“La suya es una pintura que huye de la literatura y de la descripción para convertirse en una obra de pureza formal admirable. Cots no describe una realidad, sino que escribe una nueva realidad formal que nada tiene que ver con las imágenes cotidianas. En su proceso artístico estas Imágenes están presentes ya que la realidad es algo que la mente humana interioriza haciéndola suya. Pero Lluís Cots sabe reinterpretarlas, convertirlas en algo nuevo, crear un nuevo universo más mental que descriptivo. […] Lluís Cots no es un nihilista. Su obra se basa en la construcción racional y vital de un mundo que huye de la nada para ofrecer una salida vigorosa y positiva. El resultado de sus composiciones es un fiel correlato de su exigencia frente a un mundo lleno de negación. Sabe, de manera admirable, conjugar grito y esperanza; lo negativo y lo positivo. Su arte es honesto, porque su obra refleja la verdad y la realidad limpia y desnuda. […] La obra de Lluís Cots es, en definitiva, el triunfo de la pintura, entendida como constante búsqueda de formas que comunican, que hablan con el espectador”.
- Triadó, Joan Ramon: Arte en Cataluña. Madrid: Ediciones Cátedra 1994, págs. 302 y 304 il.
- Nungeser, M.: Allgemeines Künstlerlexikon, artículo incluido en la edición de 1999 de este diccionario de artistas.
- Ernould-Gandouet, M.: “Lluís Cots o el equilibrio apasionado. Catálogo de la Exposición de Lluís Cots”. Galería Lina Davidov”, París, 1999.
“En el mencionado tema del ‘Centauro’, usado como símbolo que sirve de puente entre lo masculino y lo femenino, el artista dedica dos, tres o más sesiones de trabajo, a cada cuadro, volviendo a él a veces, como si le costara dejar estas obras sensuales y apasionadas. Su obra habla de la presencia y de la ausencia de lo amado, de caricias y de amor, y desvela el secreto del mundo: la relación hombre-mujer, como lo hiciera Picasso, ese otro artista también formado en Cataluña. Lluís Cots quiere inscribir con fuerza y ternura, en el espacio, la proyección de una intensa emoción. Hablar de la importancia de amar, como lo ha hecho el arte español, y en eso coincidir con la pasión de Goya y reencontrar el espacio de Velázquez”.
- De Guevara, Felipe: Revista El Punto de las Artes, Madrid, 10.9.1999.
- Paredes, Tomás: Lluís Cots o el equilibrio apasionado, Revista El Punto de las Artes, Madrid, 17.9.1999.
“De entrada la claridad, la nitidez, la limpieza de planos, del color, de las formas, referenciales o no. Hay una clara tendencia a barroquizar, pero antes, está el negro y el blanco, el negro y el verde permanente, la gran expansión expresionista en la que se abrazan todos los deseos de ser, por ser, para ser, como una búsqueda de horizontes a través de grandes senderos en los que va naciendo el color a medida que se forman”.
- Prudon, Montserrat: “El Mediterráneo un mundo vuelto del revés o la referencia escamoteada”, Ponencia en el II Coloquio de la AFC, Rennes, 1999.
“Esta imagen múltiple con apariencia de unicidad, en la búsqueda obstinada de la autenticidad, nos conduciría, para concluir, a evocar el proceso de un pintor catalán contemporáneo, Lluís Cots. Su obra ilustra perfectamente esta búsqueda de lo real del artista plástico. Una realidad que no olvida jamás las raíces de la mirada que la ha creado. La obra es sin duda abstracta, pero de una adscripción lírica, como se ha dicho que lo era el cubismo, porque la obra es la transcripción de una vivencia que fue anécdota. No para reproducir, sino para recrear con el rigor de una construcción (elementos estructurales geométricos, triángulo, círculo o cuadrado) y mediante el vocabulario (el discurso) del color. Es quizás, aquí, donde se ilustra el camino que estudiamos. Sin duda no se puede negar la función in-formadora de las normas clásicas, referencia subyacente y, por lo tanto, deliberadamente anulada. Normas que, como fuertes raíces, el artista se complace en transformar para dar su imagen del mundo, un universo adverso, y empezar un mundo diferente. En esta pintura “abierta”, porque está abierta a los demás, lo esencial es “construir un cosmos a partir de un caos”1. ¿No es esta la herencia por excelencia de los pueblos mediterráneos?”.
1 Ernould-Gandouet, M.: “Lluís Cots o el equilibrio apasionado. Catálogo de la Exposición en la Galería Lina Davidov”, París, 1999.
- Bufill, Juan: “Cots en la Galería A. Sales, de Barcelona”. La Vanguardia, 27.6.2002.
- Irala, Pilar: “Catálogo de la Exposición Lluís Cots, en la Galería Carmen Tatché”. Sant Feliu de Guixols (Girona), septiembre 2005.
“La obra de Cots, y esta serie, mezcla irremediablemente lo emocional de la vida y la energía que pone en vivirla. Y él, en sus lienzos y en sus palabras, hace símiles e imagina una vía de tren. Así es la vida, así es el arte también, necesitados de dos carriles, no puede faltar uno. Y son sus colores, negros, azules, bermellones, los colores de la naturaleza en sus ocasos y amaneceres. Quizás los de la propia vida, que cada día se levanta para crear una y otra vez, de nuevo, con emoción y energía”.
- Feliu, Marta: “Artistas de hoy”. Revista BonArt, junio, 2005.
- Giró, Pilar: “Lluís Cots: ‘Supervivents’”, Revista BonArt, septiembre de 2005.
- Triadó, Joan Ramon: “Lluís Cots. Tercera reflexión”, Barcelona, Noviembre 2015.
“Desde el lejano 1992, en que escribí una Segunda Reflexión sobre la obra deLluís Cots, su constante evolución ha estado marcada por acontecimientos y vivencias personales que han influido en las formas y conceptos de su producción plástica. Su Serie Centauro I, de 1989-1991, nosotros la calificábamos de construcción racional, ausente de color. El negro y el blanco configuraban sus composiciones de un acentuado geometrismo vital y expresivo. En la Serie Centauro II, de los años 1992-1994, el color aparece con tonalidades rojas, azules y verdes como si quisiera romper la serenidad/equilibrio de la anterior presencia con un despertar vitalista y positivo, si bien la geometría, expresada con unas formas de marcado acento vertical, quería apaciguar un cierto caos.
Al año siguiente, con la Serie Figura I, la obra de Cots giró hacia la figuración, como queriendo volver a la búsqueda del yo, de sí mismo, surgiendo de una abstracción, a pesar de que las fuerzas de la geometría todavía lo limitaban, dificultando que encontrara la libertad. Y después, de nuevo la introspección hacia formas muy concretas, como retratos de un desconocido y al mismo tiempo conocido personaje: él mismo, en blanco y negro, con ausencia de color. Era la Serie Figura II, 1996-1997, una de les series más inquietantes y al mismo tiempo más intensas hacia su yo.
El año 1998 la Serie Femme et Arlequin nos vuelve a mostrar un Cots que rompe la figura, esta vez femenina, jugando con un título amable que contiene una fuerza casi destructiva fruto de dos deseos enfrentados: amor y sexo, entendido este último como el “je t’aime... moi non plus” de la canción. En estas obras encontramos rostros muy definidos que a medida que avanza la serie son enérgicamente tachados, haciéndose casi imperceptibles.
El año1999, Cots vuelve a la abstracción con trazos negros sobre fondo de color, formas liberadoras de un tiempo atormentado. Es preciso insistir aquí en que la obra de Lluís Cots no miente, ya que a través de ella expresa su élan vital, su forma de pensar, su forma de ser, su forma de expresar su personalidad vital y al mismo tiempo algo atormentada. Es su manera de buscar el fuego de los dioses, aquella inspiración que lleva a la obra perfecta, sueño irrealizable de los mortales, pero sueño querido de los artistas.
Como queriendo renacer, la Serie Génesis, del año 2000, nos muestra unas formas caóticas, pero también de una fuerza y libertad que contrasta con períodos anteriores. Intentando encontrar un equilibrio, la Serie Bambina y Barcelona, 2000-2001, apacigua el caos anterior con unas composiciones en las que las líneas horizontales ondulantes expresan un momento de paz interior.
La destrucción de las Torres Gemelas y sus consecuencias inciden de manera traumática en la Serie del año 2002. En estas obras el rojo de la sangre y el negro de la muerte muestran el drama y al mismo tiempo el trauma que esos hechos representan para el artista. Son obras de una intensidad que al mismo tiempo son expresión de un desaliento, de una impotencia frente al drama, frente al caos y la ruptura de valores éticos. Esta desazón continua en la Serie Ofrenda, 2003, en la que entre el caos informal aparecen sombras de figuras.
Un Cots diferente, un Cots que rompe con su propia línea, con sus estilemas presentes en la abstracción y en la figuración, nos muestra una obra extraña, como si quisiera romper con todo su pasado. A esta Serie la titula Supervivientes, 2004-2005, reflejo de una crisis artística y también personal. Es como si se preguntara: quién soy, adónde voy, qué hago. E intentando salir de una prisión creativa y personal realiza la Serie Interior con ventana, en otoño de 2005, en la que de manera esquemática dibuja espacios que se abren al mundo de la creación. Y lo hace con una obra de gran sutileza, una obra fresca que demuestra la superación de una introspección negativa. Y vuelve a la naturaleza. Su Serie Árboles, 2006-2009, es un reencontrase con el mundo, salir de la oscuridad para ir hacia la luz. Son tres años a los que les seguirán tres años más, del 2010 al 2013, con la Serie Paisajes que nos recuerda la Serie Bambina y Barcelona. Es el final de una huida, de una búsqueda de la vida que lo capacita para volver a encontrar su creación más personal, un retorno a sí mismo. Y durante los dos años siguientes, 2014-2015, se vuelca en la creación de la Serie Ángeles.
Para Cots las series son el fruto de un largo trabajo en el que el concepto va tomando forma. Aunque cada cuadro habla por sí mismo, la comprensión de todo lo que quiere expresar y transmitir solo resulta evidente en el global de todas las composiciones que conforman una Serie. Nuestra visión y análisis, como críticos, implica entender el proceso y para ello es necesario ver su creación cronológicamente y considerar los qués y los porqués. Una obra creativa, y la de Cots lo es, no son solo formas, más o menos conseguidas, sino algo que transmite lo que su autor nos quiere decir, nos quiere expresar y sobre lo que quiere que reflexionemos.
Como hemos dicho, la única Serie que se aleja de la trayectoria de Cots es la denominada Supervivientes, aunque este dejar a un lado su personal y cambiante obra le era del todo necesario. Si bien su obra ha ido cambiando con el paso del tiempo, su personalidad artística es evidente en todas sus series, y a pesar de las diferencias tienen algo que las une, que nos hace reconocer unas constantes. Son Cots, un Cots racional, un Cots emotivo, un Cots expresivo, un Cots dramático, desasosegado, feliz, enamorado..., pero siempre Cots.
La Serie Ángeles tiene un nombre que engloba lo masculino y lo femenino. A la vez incluye diversos tipos de ángeles: los justicieros y los caídos, los espirituales y los materiales, los serenos y los dramáticos, los ángeles y los demonios. A lo largo de la Serie las figuras presentan distintos encuadres: desde solo el rostro hasta la figura de cuerpo entero, desde la centralidad de las figuras a su marginalidad en un extremo de la composición. Y aparece el color, como queriendo olvidar las Series Figura I y Figura II. Son colores Cots: el verde, el rojo, el azul, el blanco y el negro se combinan creando conjuntos de gran rotundidad plástica, de un fuerte expresionismo presente en los rasgos definidores de unos seres humanos de un gran impacto dramático. Cots se siente seguro de sí mismo e incorpora su firma, integrándola en el conjunto. La obra y el pintor se convierten en una sola cosa que nos muestra un Cots que después del largo camino por el desierto ha llegado a la tierra prometida.
La Segunda Reflexión la finalizaba diciendo que la obra de Lluís Cots era, en definitiva, el triunfo de la pintura entendida como una constante búsqueda de formas que comunican, que hablan con el espectador. Ahora añadimos que interpelan e impactan al espectador. Hoy la obra sobre un soporte tradicional parece que está en crisis, hay que romper el soporte, dicen. Y se hace de muchas maneras, con instalaciones o performances, en las que el cuerpo es al mismo tiempo el elemento formal y el soporte. Cots hace performances pintadas, ya que sus Ángeles son él mismo. Que se expresa sobre una tela o un cartón. Y de la misma manera que los performancers, no deja indiferente.
No quiero concluir sin afirmar que la obra actual, la Serie Ángeles, demuestra que estamos ante un Cots maduro que, después de silencios expositivos, creemos que debería tener visibilidad”.
- Camps, Eudald: “Pintar per convicció” Diari de Girona, 31-3-2017
Lluís Cots (Barcelona, 1946) reaparece en la Galería El Claustre, de Figueres (Girona), con una selección de sus mejores series pictóricas.
Hablando de pintura, el primer esteta catalán que puso el dedo en la llaga fue Xavier Rubert de Ventós: en su inaugural “El arte ensimismado” (1963), denunciaba algo tan vigente como que la pintura muestra una constante e irreprimible tendencia al aislamiento, a la pura autorreferencialidad, a mirarse el ombligo. No es ninguna casualidad, además, que el libro de Rubert de Ventós se publicara en pleno auge del formalismo: su intento de establecer una sintaxis invariable que nos permitiera leer (literalmente) cualquier obra de arte –incluso las separadas cronológicamente–, su léxico repleto de conceptos como diagonal, ritmos, relaciones internas, repeticiones, paralelismos y todo tipo de cosas por el estilo, era una estrategia perfecta, en especial, para las instituciones encargadas de establecer los parámetros a partir de los que articular el mercado del arte (demasiado volátiles y cambiantes para el gusto del capital).
De hecho, el filósofo catalán se anticipaba al sueño autárquico que, alrededor de 1970, defenderían figuras como Pierre Gaudibert (teórico de los llamados Suports-surfaces): “El objeto de la pintura es la propia pintura –afirmaba en un texto titulado La peinture en question–, los cuadros expuestos solo hacen referencia a sí mismos, al margen de la personalidad del artista, su biografía o la historia del arte”. Ni más ni menos. Según Gaudibert, la subjetividad salvaje era algo que era preciso proscribir en la medida en que la pintura era “un hecho en sí”. La manera de conseguirlo, obviamente, también difería diametralmente de la propuesta, digamos, sensualista: “No se trata de un retorno a los orígenes, sino simplemente de dejar al descubierto los elementos pictóricos (...). De ahí, la neutralidad de las obras presentadas, su ausencia de lirismo y de profundidad expresiva”. Estamos hablando de la época, como la denominaba Danto, de la “información desordenada” (a partir de los años 60 del siglo pasado), un período exigente y cruel con la pintura... Imaginen, para entendernos, a un Hamlet contemporáneo mirando fijamente un pincel –lo sostiene con la mano derecha a la altura de los ojos– e interrogándose, a las puertas de un Museo o de un Centro de Arte cualquiera, por el sentido “profundo” de su práctica: “Pintar o no pintar, esta es la cuestión”, resonaría como un mantra a través de los muros blanqueados del “cementerio de obras”. Sea como sea, el origen del dilema que trastornaría a nuestro hipotético Príncipe de Dinamarca es doble: por un lado, habría olvidado que es igualmente válido para la pintura lo que Harold Bloom, todavía hoy, defiende para la poesía, a saber, que un poema siempre manifiesta a otro anterior y que, aunque lo desconozcamos o no lo tengamos “realmente” delante de nuestros ojos, es tan real como los versos que lo revelan. Y, por otro lado, que el “hacer” y el “sentir” no siempre pueden (o han de) pensarse por separado: en la medida en que el artista actúa por “necesidad” (en el supuesto más deseable), el sentido de su hacer radicaría en el hacer mismo.
Lluís Cots entró en escena a principios de los 70, es decir, en un momento especialmente convulso para la plástica que, más allá de los Rubert de Ventós y los Gaudibert de turno, convertía la práctica de la pintura en una opción prácticamente heroica condenada a crecer y a evolucionar en un océano de contradicciones. Solo desde esta perspectiva es posible entender la relación pendular que el artista de Barcelona ha mantenido con el extraordinario catálogo de posibilidades inherentes a su disciplina: matérico o gestual, figurativo o abstracto, monocromático o colorista exaltado, poético o literario... Opciones lícitas siempre y cuando se adoptaran desde la más estricta necesidad vital. Incluso sin haber dejado nunca de trabajar, los largos períodos que, por voluntad propia, se ha mantenido al margen de los circuitos expositivos, ilustran a la perfección cual es la última posibilidad para la pintura: aflorar cuando sea necesario con la forma (el vestido plástico) que la necesidad y la voluntad creativa impongan.